13 DE MARZO DE 2014: DIA MUNDIAL DEL RIÑON


En la vejez, el cuidado de la salud renal es fundamental. Una de cada diez personas adultas tiene alguna alteración en la función renal. Conocé de que se trata.

Por: María de las Mercedes Alba Especialista en Nefrología y Medio Interno Asociación Norpatagónica de Nefrología

En el año 2006, la Sociedad Internacional de Nefrología y la Federación Internacional de Fundaciones Renales, instituyeron el "Día Mundial del Riñón" (segundo jueves de marzo), con el objetivo de difundir los riesgos que amenazan la salud de nuestros riñones y cómo evitarlos. Se sabe que una de cada 10 personas adultas tiene alguna alteración de la función renal que puede desconocer, ya que una de las principales características de la enfermedad renal es ser silenciosa. Cada año, el día se dedica a algún aspecto en particular, enfocándose en 2014 en los cambios que ocurren en el funcionamiento de nuestros riñones en la medida en que nuestra edad avanza.

El aumento de la expectativa de vida y la baja tasa de nacimientos ha llevado a un crecimiento progresivo de la población de ancianos a nivel mundial. Para el año 2030, un 20% de la población de Estados Unidos tendrá más de 65 años y en Europa y China, el porcentaje será aún mayor (entre el 25 y el 33%). Si a ello se le suma que la posibilidad de tener insuficiencia renal crónica aumenta notablemente con la edad (pasa del 17% entre los 20 y 40 años a un 51% en la década comprendida entre los 65-75 años), nos enfrentamos a un importante problema de salud pública donde la prevención juega un rol fundamental.

Como parte del proceso "normal" de envejecimiento, a partir de los 30 años de edad, el funcionamiento renal disminuye a un ritmo aproximado de un 1% anual, de modo tal que se estima que un individuo de 80 años conserva sólo un 50% de la función renal de su juventud. Si además la persona sufre diabetes, es hipertensa, obesa o fumadora, esta reducción puede ser aún mayor. Estos cambios no provocan al anciano ningún tipo de molestias en circunstancias normales, pero determinan que ante situaciones de mayor demanda las cosas se compliquen.

Pero, cuál es la importancia práctica de tener en cuenta esta disminución de la función renal con la edad? Sucede que en lo cotidiano y en la práctica médica diaria hay numerosas circunstancias, procedimientos y medicamentos capaces de empeorar las cosas y donde la prevención adquiere un rol fundamental. Es conocida la mayor facilidad del anciano de sufrir deshidratación, lo que en parte es consecuencia de que el riñón envejecido pierde su capacidad de conservar sales y agua ante situaciones de mayor demanda. Así, temperaturas ambientales elevadas junto a la baja ingesta de líquidos típica de la ancianidad, el uso de diuréticos o la presencia de vómitos o diarrea, aumentan en forma importante la pérdida hidrosalina que no puede ser compensada por el riñón envejecido y que puede llevar a un deterioro aún mayor de su función.

En otro orden de cosas, es importante evitar el consumo de fármacos de venta libre y de frecuente uso con o sin prescripción médica, como antibióticos, antiinflamatorios (ibuprofeno, diclofenac, piroxican), etc, que también son capaces de provocar un deterioro importante de la función renal en especial si son usados en dosis no apropiadas, combinados con otros medicamentos potencialmente tóxicos o administrados a personas en situación de deshidratación. Debe tenerse en cuenta que las dosis habituales de los medicamentos se refieren a personas con función renal normal, de modo que deberían reducirse ante la presencia de insuficiencia renal. Caso contrario, se corre el riesgo de que el fármaco se acumule, lo que aumenta notablemente la posibilidad de aparición de efectos colaterales adversos.

Un cuidado muy especial debe tenerse con el uso de material de contraste endovenoso cuando se efectúan diversos procedimientos de diagnóstico médico tales como radiografías, tomografías y resonancias donde a la toxicidad del fármaco se le suma la deshidratación inducida por la preparación para el estudio (ayuno, laxantes, etc)

Finalmente, los parámetros de laboratorio corrientemente usados para pesquisar insuficiencia renal (niveles de urea y creatinina en sangre) suelen no estar alterados en el anciano por lo que el problema pasa frecuentemente inadvertido.

Recomendaciones preventivas:

Evaluación anual de la función renal más allá de los 50 años o si se tienen factores de riesgo como ser diabético, hipertenso, fumador, obeso o tener antecedentes familiares de enfermedad renal.

Evitar toda situación que pueda exponer al anciano a la deshidratación y mantener una adecuada ingesta de líquidos que asegure un volumen diario de orina de al menos 2 litros

Nunca administrar al anciano medicamentos sin prescripción médica, aún los de venta libre y aparentemente inofensivos

Recordar al médico tratante su condición de insuficiente renal "por edad" a los fines de que efectúe el correspondiente ajuste de dosis del medicamento prescripto

Supervisar la toma de fármacos por parte del anciano para evitar errores por "olvido o confusión".

Fuente: Diario Rio Negro