Las placas de Petri

Julius Richard Petri, nacido en Barmen (Alemania) el 31 de mayo de 1852, se le atribuye la invención de la placa de Petri, mientras trabajaba como asistente de Robert Koch, el popular premio Nobel que dio con el bacilo de la tuberculosis. 
Tal empeño puso en su trabajo que en 1877 tuvo una brillante idea: enfrentó dos discos de vidrio de diferente tamaño formando una caja, posibilitando que su maestro solucionara los problemas de cultivos que tenía, de ahí que las placas se conozcan por su nombre.
 
Las placas de Petri se utilizan en los laboratorios para el cultivo de microorganismos y gracias a ellas, se desarrolló la microbiología de manera extraordinaria. 
En aquella época se consiguieron aislar la mayoría de los microorganismos, responsables de las enfermedades contagiosas que estaban asolando a la población, como por ejemplo el cólera, lo que ha supuesto un enorme avance para la humanidad.

Se utiliza en los laboratorios principalmente para el cultivo de bacterias, mohos y otros microorganismos, soliéndose cubrir el fondo con distintos medios de cultivo (por ejemplo agar) según el microorganismo que se quiera cultivar.
Si se quieren observar colonias, durante el tiempo de incubación del microorganismo sembrado en la placa esta se mantiene boca abajo, es decir, apoyada sobre la tapa. De este modo, el agar queda en la parte superior y al condensarse el vapor de agua que generan los microorganismos por su metabolismo, cae sobre la tapa, evitando que los microorganismos se diluyan, manteniéndose fijos al sustrato.