Alumnos que enseñan a alumnos
El proyecto se llama "Cable a Tierra" y se le ocurrió a una médica pediatra cuando se dio cuenta de que, con su lenguaje de persona adulta, no podía comunicar determinados conceptos a los adolescentes.
Tamara Smerling
El proyecto se llama como una vieja canción de Fito Páez, “Cable a Tierra”, y busca que los estudiantes de Medicina, Psicología, Comunicación y Educación se vinculen con las problemáticas de los adolescentes. Se trata de alumnos de los primeros años de las carreras que pueden enseñarles a sus pares, por cercanía y por edad, de qué se trata la sexualidad, como un buen modo de educarlos en los placeres y los cuidados, pero también a través de un modo efectivo, para que la información se disemine entre los mismos chicos. La idea se le ocurrió a una médica pediatra, Mónica Borile, cuando se dio cuenta de que su especialización en adolescencia no le servía para comunicarse con los pibes porque indefectiblemente era la palabra de un adulto: sólo tenía que convocar a los pares de la misma edad para lograr replicar su propuesta y, para eso, decidió formarlos en la temática. “Los chicos se forman para trabajar luego con las escuelas de la región, en un trabajo interdisciplinario con la comunidad”, dice la especialista, que asegura que en cinco años formó a más de 500 alumnos.
Borile llegó hace más de 20 años a El Bolsón; venía de Quilmes, en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, ahora circula de Chubut a Río Negro, de Río Negro a Neuquén, para trabajar su propuesta en las aulas de la Universidad Nacional del Comahue. Esta semana fue invitada a dar distintas conferencias en los paneles sobre sexualidad que tiene como eje la 6° Feria del Libro de Cipoletti, organizada por la Secretaría de Cultura del municipio de Río Negro. “El proyecto engloba a los estudiantes de primero a tercer año de la universidad. Se trata de pares, porque la idea es que los estudiantes de las universidades y los chicos de las secundarias tengan prácticamente la misma edad. Es un proyecto innovador en el país porque se hacen talleres con la intencionalidad de educar a los futuros médicos, educadores, comunicadores y psicólogos, pero también les sirve a esos mismos chicos para trabajar cuestiones propias, porque necesitan estar preparados para ‘ir al ruedo’ con otros pibes”.
Los estudiantes trabajan entonces bajo el concepto totalizador de la salud, que permite enfocar en los aspectos sociales, biológicos, culturales y comunitarios de la etapa de desarrollo de la población que va de los 9 a los 21 años, la adolescencia temprana y también la extendida. Borile dice que abarca todos los aspectos porque en la Patagonia hay cruza de culturas y de creencias, se mezclan los criollos, los aborígenes, los pobladores migrantes, los propios del lugar y se trabajan tópicos que van desde los valores, la autoestima, el poder, la comunicación, el ser y los cambios hasta la sexualidad, la familia, los amores y los amigos. Otro de los ejes les permite a los alumnos trabajar con ellos mismos, al descubrir sus propias concepciones y mitos sobre la sexualidad, que muchos de ellos mismos aún no erradicaron del imaginario: “Las capacitaciones son múltiples, lo que promueve la inserción comunitaria de los futuros profesionales, el voluntariado juvenil y las actividades sociales con otros jóvenes”, dice la mujer, que también pertenece al Comité de Adolescencia de la Asociación Latinoamericana de Pediatría (ALAPE) y que no reconoce experiencias semejantes en el resto del continente.
“Lo que buscamos en definitiva es cambiar la mirada de la adolescencia como algo violento, irresponsable, con quienes no se puede hacer nada. Últimamente nadie muestra la solidaridad, el compromiso de los chicos patagónicos, que muchas veces trabajan y estudian pero también ayudan a los demás. Lo que quiero decir es que estos chicos no sólo cumplen con una materia para instruirse, también organizan los talleres para darlos en las escuelas, tiene que prepararlos, estudiar materiales y hasta debatir los contenidos”, insiste Borile, que no sólo se quedó con las preocupaciones de los jóvenes, también organizó programas de capacitación sobre Educación Sexual Afectiva en la Escuela (Edusex) dirigidos a los maestros de jardines de infantes, escuelas primarias y secundarias, equipos técnicos de apoyo pedagógico y promotoras comunitarias del Programa Provincial de Jardines Maternales del Ministerio de Educación de la provincia de Río Negro. Y tampoco se olvidó de los padres de los adolescentes, a quienes también convocó a una serie de talleres: “Como dice aquel viejo proverbio africano, para educar a un niño se necesita toda una tribu. En ese grupo estamos todos incluidos: los padres, los docentes y los estudiantes”.
Proyecto. Los jóvenes de primero, segundo y tercer año de la facultades de Medicina, Psicología, Comunicación y Educación trabajan bajo el concepto totalizador de salud.